25 de julio de 2013

Cesárea respetada: el parto de Tuty


Tuve un embarazo fantástico...
Se supone que en un embarazo múltiple los síntomas se multiplican, aunque mi opinión es que cada mujer y cada embarazo es un mundo. No tuve ni una sóla nausea, ni un sólo vómito... Sólo el malestar habitual de llevar una gran barriga, sobre todo al final del embarazo, ya que llegamos a término. Disfruté de cada movimiento, de cada momento, de cada patada... La experiencia de sentir dos corazones en tu interior me ha cambiado la vida, ha sido como una revolución interna...

Durante los nueve meses de gestación los nenes estuvieron colocados de la misma forma. Daniel de cabeza y Martín de nalgas. En un principio mi "gine" me comentó que lo más seguro es que tuvieran que hacerme una cesárea. Eso nos asustó, pero había que esperar.

Antes incluso de estar embarazada nos informamos sobre todas las posibilidades que existen para dar a luz, buscando la que se adecuara más a nuestra idea de lo que es un parto respetuoso... Buscamos otro ginecólogo y dimos con lo que queríamos...

En la semana 38, Martín encajó su culete antes que la cabeza de su hermano y todas las esperanzas que teníamos puestas en un parto natural se fueron al garete. La verdad es que algunas posturas de yoga ayudaron anteriormente a que Martín se subiera un poco y Daniel bajara, de tal forma que estuvieron más de un mes colocados a la par, pujando para ver quién salía primero. Martín fue el ganador...

El día que Regina (mi fantástica ginecóloga) vio en la eco que el culete estaba el primero, sentí una desilusión tremenda. Habíamos preparado hasta camisetas para el parto y de repente, todo se desmoronó. La cesárea estaba ahí, a pesar del yoga, de la acupuntura... Pero decidí tomármelo como vino y hablando con Regina, tomé la decisión de pasar por todo el proceso del parto hasta estar dilatada. Ella me habló de los beneficios que eso conlleva para los nenes y para mí (no en el momento porque las contracciones duelen, pero sí a largo plazo) y entonces no programó cesárea. Se aseguró con los monitores de que todo estaba bien y lo único que quedaba era esperar a que ellos decidieran salir.

En uno de esos monitores unos días después observaron alguna contracción y al explorarme Regina me dijo que había dilatado 2 cm. Me fui a casa y pasamos una noche tranquila, yo no sentía contracciones.

A la mañana siguiente fuimos a consulta y allí mismo rompí aguas. La clínica donde di a luz está al lado de la consulta de Regina, asi que esperamos a que llegara la matrona y con ella nos trasladamos al hospital. Mientras venía, nos fuimos a tomar algo, yo estaba realmente tranquila para la sorpresa de todos. Creo que mentalmente me había preparado tanto para aquel momento, que lo único que quería era poder disfrutar de cada proceso del parto.

Sobre las dos de la tarde ingresé y fuimos directamente a la "habitación naranja". Es un lugar especial para dar a luz, decorada con mimo y con todas las facilidades para la parturienta: bañera para relajarte, pelota para relajar la espalda, además de monitores sin cable que te permiten moverte con tranquilidad por toda la habitación, incluso dentro de la bañera. Tiene un salón para familiares y en este lugar te sientes como en casa... Yo no tenía contracciones (bueno, las tenía pero apenas las sentía) cuando ingresé... Colocamos nuestra vela con dos llamas (una por cada bebé), pusimos nuestra música especialmente preparada para el parto (los nenes la escucharon durante todo el embarazo) y
encendimos mi incienso favorito...Además todos los que estábamos allí nos pusimos las camisetas con una foto impresa dando la bienvenida a los nenes... Jose con la cámara de vídeo iba reflejando cada momento. El ambiente era excelente con Raquel, una matrona con una sensibilidad especial, pendiente de mí en cada momento; Regina, muy cercana y tranquila, Sonia ayudando en lo posible y mi madre y mi marido... Era como estar pariendo en casa...

Estuve haciendo yoga, y puedo deciros que conseguí posturas que ya al final del embarazo no podía hacer a pesar de ser profesora de yoga... Creo que la oxitocina que desprendía, unida a la relajación y el buen ambiente ayudaron a ello... Me di un baño relajante, ya cuando las contracciones eran más continuas... Las sentía y dolían, pero era un dolor gratificante... Cada vez que pasaba una decía, "una menos" y seguía charlando tranquilamente... Volvería a pasar mil veces por ese maravilloso dolor, antes que tener que someterme a una cesárea (ojalá se pudiera elegir).

En un principio todos pensamos que estaría varias horas dilatando pero no fue así. En una de las exploraciones que me hizo Regina ya estaba casi completamente dilatada y el pie de Martín, el primero de los mellizos, estaba metido en la pelvis. Fue entonces el momento en el que Regina decidió pasar a quirófano para la cesárea... He de confesar que ese fue el peor momento de todos. De un ambiente familiar y tranquilo me vi en una camilla camino de quirófano... Tan sólo fueron unos segundos, pero al no ver a nadie conocido cerca durante el traslado me sentí sóla y rompí a llorar... Las contracciones eran muy seguidas pero ya casi no las sentía. Sólo pensaba en que no podía parir como yo hubiese querido y me sentí mal, muy mal... Afortunadamente en cuanto entré a quirófano vi la cara de Raquel y de Sonia y después a Regina y en ese momento entendí que no estaba sóla, que estaba en las mejores manos y que todo saldría muy bien... Me pusieron la epidural y en unos minutos ya estaba saliendo Martín... No sé cómo explicar la sensación de ver esa carita maravillosa. Lloré, lloré mucho...Tres minutos más tarde nació Daniel. Me miró con unos ojos muy grandes y también lloré de emoción. Fueron los momentos más intensos y más felices en 32 años que tengo. Martín nació a las 17.00 y Daniel a las 17.03 de la tarde. Mientras terminaba la operación, el pediatra se acercó para decirme que tenía dos niños muy sanos: Martín pesó 2,975 gramos y midió 50 cm y Daniel pesó 3,100 gramos y midió 49 cm.

En menos de 20 minutos me vi en la camilla camino de la habitación. En el recorrido hacia la habitación, Raquel llevaba a un bebé y Jose al otro. No nos separamos, todos estábamos estupendamente y no necesitamos asistencia médica ni nada de nada... Así que enseguida estuvimos todos juntos disfrutando de unos momentos mágicos. Mi madre, que esperaba en la habitación, se sorprendió muchísimo al ver que ya estábamos allí... Todo fue muy rápido y muy bonito, a pesar de estar presente una operación. El hecho de estar con profesionales que te dan confianza, para mi lo fue todo. No me vi perdida, me sentí respetada y muy mujer, muy madre. Eso gracias a Regina y a su equipo, a su gran respeto por la mujer que está de parto y a su cercanía como ginecóloga y como persona.

Desde aquí debo dar las gracias a todos los profesionales que me he encontrado en esta etapa de mi vida. En mi caso, una cesárea fue médicamente lo que tenía que ser, pero no supuso un trauma para mí por haber elegido a las personas y lugar adecuados. Me considero muy afortunada por ello. Soy consciente de que no siempre se puede elegir como yo lo hice.

Ánimo a todas las que estéis esperando y sabed que un parto múltiple puede llevar complicaciones, pero que cada mujer y embarazo es un mundo y no podemos nunca generalizar. Se puede tener un parto "normal" aunque se espere más de un bebé.

Mercedes

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