27 de septiembre de 2012

Mentiras (7-10 años)



Astutos como zorrillos, jugetones como los gatos, esos niños adorables, los nuestros, han aprendido en el curso de unos pocos años el arte de servirse de las palabras, de falsear la realidad en su provecho.

A menudo mienten espontáneamente, sin haber preparado nada, en el entusiasmo de la conversación o para zafarse de una situación desagradable. Otros planean minuciosamente la “bola” que le contarán a mamá para que no se entere de que le han pillado en clase copiando.. Muchas veces son los papás quienes “obligan” a mentir al pequeño, que sabe de antemano que no podrá razonar con ellos para explicarles por qué no se comió las lentejas en el cole..Entonces comienza el temor a ser descubiertos, o las delicias de la fantasia para los más soñadores.

Pero ¡cuidado! Hay que tener memoria y recordar lo que uno dijo: es aquí donde las mentiras de los peques muestran toda su imperfección. El niño es demasiado espontáneo como para poder disimular largo tiempo, y al final, siempre les pillamos. Y es que, en el niño, la mentira corresponde a un anhelo: ¡ y tiene tantas ganas de que la realidad se ajuste a sus deseos !.

“Tengo ocho años y me hago el interesante”.
“Este verano yo era el jefe del campamento y ganaba todas las competiciones, porque soy el que mejores goles marca y..” Mentir sobre uno mismo para gustar a cualquier precio, es una estratagema común. ¿El objetivo? Estas mentiras esconden el deseo de ser un héroe, ser admirado ¿no es acaso este un poquito el sueño de todos nosotros? 

Y cuando se tienen siete u ocho años, las proezas que uno puede hacer son muy escasas : cuando la tele presenta modelos de seres invencibles, superhombres y mujeres enfrentados con dificultades extraordinarias.. ¿a qué pueden recurrir los niños, que tienen una vida mucho menos estimulante? 

Inventar su propia verdad produce un doble sentimiento de poder: crear una realidad a la medida de los propios deseos y fantasías y hacer malabarismos con las palabras ( a esta edad les encanta “inflar” su discurso para que todo parezca “megaguay” )

La mayor parte de las veces no urden con antelación lo que van a decir , sino que los hechos se van “adornando” a medida que habla: la imaginación al poder. Como si fuera un pequeño trovador, compone un relato y redescubre cierto discurso épico a la medida de sus pocos años (“estábamos en la playa y vimos una aleta de tiburón, jo, llegamos nadando a la orilla en un minuto, y todo el mundo nos miraba..! “)

Para los niños, como para los adultos, la palabra es un espejo: lo que decimos refleja lo que somos o aspiramos a ser. El niño, mientras habla, se ve a si mismo llevando a cabo los actos que evoca, exactamente como en el juego: en el momento de relatar cree en lo que dice y no piensa ni por un instante en que los demás podrían no creerle.

En realidad, los papás no suelen enterarse de las jactancias de los niños: todos los fanfarroneos suelen tener lugar entre iguales, en el cole o el parque. Sin embargo, puede ocurrir que un día los papás escuchen decir al pequeño una fanfarronada tan enorme, que se sientan impulsados a poner las cosas en su sitio. Cuando llega la hora de devolverle a la realidad : (“Vamos, tu no hiciste eso!” ) ¿Cómo hacerlo para no herir su sensibilidad?
Es preferible que contenerse, pues contradecirlo delante de sus amigos hará que se sienta humillado.... lo mejor es, más tarde, en tono distendido (¿por qué dramatizar?), comentarle: ¡Qué historias les cuentas a tus amigos!..y darle pequeños consejos para que vaya aprendiendo a aproximarse a la verdad “En vez de decirles que ya te han seleccionado para el equipo, puedes decirles que tienes muchas posibilidades, eso es verdad”.Yo no he sido.
Las mentiras consecutivas a un gesto que causa, por ejemplo, la ruptura de un objeto son muy comunes. La reaccion inmediata de la mayor parte de los niños cuando rompen algo es decirse “no fui yo”. Por lo tanto, fue algún otro... el hermanito o hermanita que aún no sabe hablar, el perro o el gato ¿por qué no el pececito rojo?... en realidad, estas acusaciones las hace para protegerse. Aún en el caso de que reconociera su involuntaria torpeza, recibirá como respuesta una cara larga, entonces ¿por qué no mentir?.

A veces las buenas intenciones salen mal (preparar un pastel para mamá y “descontrolar” al batir los huevos..), y tambien en este caso los papas parecen no comprender nada e inclinarse por la amonestación (“Mira como has dejado todo echo un asco! “).Tenemos que entender que estos desaguisados muchas veces son producto del descuido. El niño miente para protegerse porque teme la reacción de sus padres y maestros. 

Como tiene miedo, trata de disimular la realidad, aunque nunca se le haya castigado o reñido demasiado por meter la pata: en su escala de valores ha hecho algo terrible, y la imaginación le juega la mala pasada de creer que nos vamos a transformar en auténticos ogros si le descubrimos.
En realidad, el castigo severo (desde dejarle sin salir hasta el azote) no sirve para nada. El temor a las sanciones no impedirá quno impedirá que nuestro hijo siga cometiendo faltas, en cambio, fomenta la mentira más aún.

Al mentir, el niño se siente culpable: quien se siente culpable actúa culpablemente y sin darse cuenta se coloca en situaciones en las que será castigado.. toda una espiral.

Tolerar sus pequeñas meteduras de pata contribuirá a que se responsabilice de todos sus actos –los malos tambien-: es la única manera de que algún día les ponga remedio.
Cuando comenten faltas por torpeza, lo ideal es mostrarles cómo evitarlas en lo sucesivo.

La familia bien, gracias
A veces es duro para los niños decir que ese señor que va con su mamá no es su padre, o que el papá de uno se ha casado muchas veces. Ante estas situaciones –que para nosotros forman parte de la vida- muchos niños sienten pudor (se ha casado varias veces significa que ha tenido varios amantes) y temen las preguntas y dudas de otros compañeros.

Víctor es un niño honesto y generoso, a quien le desagrada mentir, pero falsea los hechos sólo en lo referente a su situación familiar.

Así como algunos niños tratan de sumirse en el anonimato, otros niños en la misma situación hacen lo contrario. Pablo, de la misma edad que Victor, pregona que su papá es “Oicial de la Marina” y que viaja por todos los mares del mundo, pero la realidad es que apenas le ve..

Motivo de vergüenza o de gloria, tarde o temprano la pregunta fatídica ¿qué hacen tus papás? es formulada por compañeros o maestros.

En su ingenuidad, el niño imagina que las familias de sus amigos son intachables.. lo cual 
no es así en todos los casos (y es que él no es el único que pinta la situación ideal).

En estos casos, decir a los hijos que se les quiere es un secreto educativo muy eficaz. Pero además hay otro: permitir que el niño exprese sus propios sentimientos, tanto positivos como negativos. Hablar con él de estas situaciones incómodas le ayudará a no hacerlas más grandes de lo que en realidad son.

Disfrutar de lo prohibido
Los niños experimentan muy pronto el acuciante deseo de vivir su propia vida, de estar en compañía de otros niños de su edad –los compis de la escuela o los de las vacaciones- de saborear los goces de la amistad.. ¡qué placentero es leer, bien tarde en la noche, a la luz de una linterna, historietas de miedo!, qué delicia mirar la tele, invariablemente prohibida, aprovechando una salida nocturna de los padres.

Cuanto mas estrictos son los papás, más se arriesgan los niños a mentir para protegerse. La vigilancia constante y las prohibiciones demasiado sistemáticas incitan al niño a tratar de eludirlas a cualquier precio.

Comprender el punto de vista del niño no significa permitirle todo, pero si dejamos hablar a los niños y les permitimos expresar sus deseos, evitaríamos las mentiras, con frecuencia inofensivas y desprovistas de mala intención, pero que a la larga crean malos hábitos.

Pillarles "in fraganti" ¿Cómo reaccionar?
Los discursos sobre la necesidad de ser sincero y leal no son siempre adecuados, y es que para eso ya tienen muchos cuentos con bonitas moralejas. No son tampoco los reproches ni los azotes lo que curará al niño que miente.

Lo primero que hay que hacer es adaptar los esfuerzos educativos de los padres a la edad del niño, y cada niño es único, no se puede tratar a todos por igual. A algunos es necesario instarlos a menudo a ser más veraces mientras que con otros es preferible un poco de interpretación de sus mentiras, para averiguar qué esconde tras ellas.

Tampoco le ayudaremos si, una vez descubierto, callamos hasta que la situación le delate: si le hemos pillado lo mejor es decirselo abiertamente y ayudarle a enmendar la situacion.

Lo importante es no caer en la idea de que “miente porque es malo”, ya que por lo general, lo único que significan sus mentiras es que la realidad “adornada” es más facil de llevar.

Los adultos mentimos, y lo hacemos muy a menudo. Los niños perciben cuándo los papas disimulan o le ocultan algo y en un clima de desconfianza se generan más mentiras ¿por qué no empezamos por dar buen ejemplo y hablar abiertamente de las cosas que nos pasan?

El niño que confía tiene fe en sus padres, quienes no tratan de engañarlo. Recíprocamente sus padres depositan en el su confianza y están seguros de que será digno de ella.
¡Y lo es!

Violeta Alcocer para Ser Padres Hoy (copyright)
Ilustración Mónica Pérez.

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