10 de febrero de 2012

Padres nutritivos


¿Con quién tuvo usted o tiene la relación interpersonal más nutritiva para su desarrollo?

Seguramente la persona en la que usted pensó ha tenido o tiene hacia usted una actitud de valoración de apertura y de disponibilidad, que lo ha hecho sentirse aceptado y querido tal como es.

La relación entre los padres y sus hijos debería ser, por definición, la que más contribuye a generar en el niño la seguridad que da el sentirse incondicionalmente querido y que le permite sentir que cuenta con sus padres. Cuando los expertos se preguntan, ¿qué es lo básico para que la relación padre e hijo sea nutritiva y favorezca el crecimiento emocional de los niños? Parece ser universalmente aceptado que lo esencial es que los hijos se sientan incondicionalmente queridos, a través de los cuidados estables y amorosos de sus padres.

Los vínculos afectivos entre padres e hijos se caracterizan por la presencia de ternura y una especie de amor encandilado, que permite al niño percibir que es realmente querido.

A veces los padres están tan preocupados de las numerosas demandas de la vida laboral y las exigencias que acarrea la educación de los hijos, que esas tareas urgentes hacen perder de vista lo indispensable que es para un hijo contar con la compañía de sus padres.

Si el apoyo y el estímulo de la familia en los momentos positivos son necesarios, la presencia acogedora y sanadora de los padres en los momentos difíciles para que el niño recupere su equilibrio emocional es irreemplazable.

Isidora, de casi cuarenta años, soltera y con pocas amistades, cuenta cómo la falta de competencia afectiva de sus padres le dejó una enorme dificultad para las relaciones emocionales: «Mis padres eran muy poco afectuosos; especialmente mi madre. Ella era una persona que estaba constantemente exigiendo, reclamando y criticando todo lo que yo hacía. De adulta he podido comprender que seguramente me quería, pero que era incapaz de expresarlo. Durante mi niñez —que fue triste— trataba de agradarla, pero nunca lo logré. Después pasé a una etapa de rebeldía enorme y ahora, que soy adulta, siempre me acompaña la sensación de que nada de lo que hago está suficientemente bien hecho».

Para que el hijo pueda percibir lo importante que es para sus padres y lo que lo valoran es necesario evitar:
  • Pasar más tiempo alrededor de las cosas del niño que con el niño mismo.
  • Pasar más tiempo ordenando cosas que jugando con los hijos.
  • Corregirlos en exceso, descalificándolos más que confirmándolos en lo que hacen bien.

El enorme afecto que los padres les tienen a los hijos es necesario que se refleje en hechos concretos. Por mucho que un padre o una madre quiera a sus hijos, si no hay una presencia constante de gestos amorosos que lo reflejen es muy difícil que ellos se sientan valorados y queridos.

Sea muy generoso en las muestras de afecto hacia sus hijos y muy prudente y controlado al manifestar sus críticas. Esté disponible para atender los requerimientos y para valorar sus logros por pequeños que sean. Es esencial que ese inmenso amor que usted tiene por su hijo sea percibido fácilmente por el niño y le permita tener claro lo importante que él es para usted.

Por Milicic Neva, colaboradora de la Revista Ya, del periódico El Mercurio.

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