7 de noviembre de 2011

El niño de dos años y medio a cinco: aprender a comportarse (4)

La cuarta parte del artículo de Penelope Leach sobre el niño de dos años y medio a cinco y sobre el gran trabajo que esta haciendo en esa etapa: aprendiendo a comportarse. Antes de leer esta parte, te recomendamos leer las anteriores. Las puedes encontrar facilmente en la etiqueta "2 años y medio a 5" en la parte derecha del blog. Esperamos que os guste y sobre todo, que os sea útil.


MENTIR: A veces contar cuentos también causa problemas a algunos niños. Los que están en la edad preescolar no suelen saber diferenciar la realidad de la fantasía, o lo que desearían que hubiese ocurrido de lo que realmente ocurrió. Aceptan felices los cuentos sobre el conejo de Pascua, al mismo tiempo que tienen un conejo de peluche propio y nada mágico; no ven que haya contradicción alguna entre ambos.

Si está dispuesta a leerle cuentos de hadas y ayudarle a disfrutar de los Reyes Magos, no es razonable regañarle por mentir cuando llegue de un paseo contando una complicada historia sobre cómo se ha encontrado con un león y le ha sacado una astilla de la pata. Disfrute con la historia. Esa clase de fantasías no son mentiras en el sentido moral del término.

A veces los padres se preocupan porque sus hijos no parecen tener consideración alguna por la verdad. Quizá les oigan hablar del inexistente vestido nuevo de mamá, o anunciar que se sintieron muy malla noche anterior cuando no fue así, o decirle a un amigo que salieron para ir a una cafetería cuando no lo hicieron. Hay muchas razones que explican esta clase de conversación casual e inexacta, pero una muy importante es que los propios niños oyen decir esas cosas a sus padres. Los adultos mienten por tacto, amabilidad o deseo de no herir los sentimientos de otras personas, o para ahorrar tiempo. El niño los escucha. La oye a usted mostrarse de acuerdo con la vecina y lamentarse del mucho calor, cuando poco antes le ha dicho lo mucho que le agrada el calor. Si no le explica las razones de estas pequeñas mentiras inocentes, no cabe esperar que comprenda por qué él no puede exagerar o falsear nunca las cosas y usted sí.

Si el niño cuenta muchas historias inventadas y añade muchos detalles ficticios a lo que cuenta de la vida cotidiana, hasta el punto de que no puede usted estar segura de qué es verdad y qué no, ha llegado el momento de aclararle por qué importa la verdad. No caiga de nuevo en el error de decirle que contar mentiras es «malo». En lugar de eso, cuéntele la historia del pastor que gritaba: «¡Que viene el lobo!». Es un buen cuento y disfrutará oyéndolo. Indíquele que al no saber si lo que él le cuenta es cierto o no, tal vez no sepa cuándo le ha ocurrido algo realmente importante, o cuándo se ha sentido realmente enfermo. Lleve toda la conversación de modo que él tenga la sensación de que lo único que le importa a usted es que diga la verdad porque se preocupa por él y porque quiere estar segurá de que cuida apropiadamente de sí mismo, de que se trata más bien de una cuestión de exactitud de la comunicación, antes que de «ser bueno».


ROBO: Muchos niños en edad preescolar, sobre todo los que no tienen hermanos. mayores que les dicen continuamente: «¡Eso es mío!», tienen un sentido vago de los derechos de propiedad como de la verdad. En la familia habrá muchas cosas que pertenecerán a todos, otras que serán de alguien en particular, pero que se pueden prestar, y unas pocas que serán «posesiones reservadas que sólo pertenecerán a su dueño. Fuera de la familia también hay complicaciones. Es correcto conservar la pequeña pelota encontrada entre los arbustos del parque, pero no lo es quedarse con el dinero. Está bien traer a casa la pintura que se ha hecho en la escuela, pero no un paquete de plastilina. Se puede coger un folleto de una tienda (aunque no todo el contenido de la caja), pero no un paquete de sopa. Hasta que no sea capaz de comprender esto, no sirve de nada transformar en un tema moral el hecho que el niño pequeño coleccione cosas que llamen su atención. No obsante, tampoco se puede afrontar el tema con frivolidad porque, incluso a los tres o cuatro años, los demás pueden considerarlo como un robo y armarán un gran jaleo.

Le será útil separar el tema de principios de las complejidades del comportamiento cotidiano. Hable de lo primero y establezca algunas reglas. como guía para lo segundo, como: no traigas nada de la casa de nadie sin pedir permiso. Pregúntale siempre a un adulto si puedes quedarte con algo que hayas encontrado. Nunca cojas nada de una tienda mientras un adulto no te dé el permiso para hacerlo. Procure no ser demasiado moralista con, respecto al dinero. Si el niño le coge algo del bolso, deténgase un momento a pensar qué le habría dicho si se hubiera tratado de un lápiz de labios y luego dígale lo mismo sobre el dinero porque, para él, es lo mismo. Es un tesoro. Sabe que el dinero es precioso porque les ha escuchado hablar de él y ve que lo cambian por cosas agradables. Pero para él es como una de esas fichas que se ponen en ciertas máquinas. No tiene concepto alguno de lo que es el dinero real.

El niño que no hace más que coger cosas, comportarse como una urraca o coleccionar las posesiones de los demás en el fondo de un cajón, es muy posible que tenga problemas emocionales. Quizá intente, de una forma simbólica, tomar algo que no tiene la sensación de que se le dé, y ese algo de lo que carece quizá sea amor y aprobación. En lugar de mostrarse furiosa y alterada, y de hacerlo sentirse desdichado, intente ofrecerle lo que de verdad necesita. Si no puede y él continúa robando, probablemente sería sensato buscar ayuda profesional, antes de que el niño alcance la edad de ir a la escuela. Es mucho más facil calificar a un niño de «ladrón» que quitarle esa etiqueta.

Pasado mañana más!

Foto: www.nutrition.preschoolrock.com

2 comentarios:

  1. Me parecen muy interesantes las entradas dedicadas a los niños de 2 años y medio a cinco. Mi hijo mayor tiene casi 3 años, y, sinceramente, su educación me parece un reto diario. Encontrar el punto medio entre saber cuales son sus necesidades, ser afectuosa y respetuosa con él , pero, a la vez, irle "encauzando", no es siempre fácil. Además, hace casi ocho meses tuvo una hermanita y creo que tenemos tendencia a verlo mayor de lo que es. Seguiré los próximos posts dedicados a este tema!!!
    Un abrazo

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  2. Ya se que no es consuelo...pero yo tengo dos de esa edad ;)Es a veces, como tu dices una cosa compleja. Por eso, cuando encontre este articulo dije, esto hay que llevarlo al blog xq seguro que hay mas mamis tan perdidas como yo :) El paso de ser el peque~nin de la casa a de la noche a la ma~nana convertirse en "hermano mayor" es a veces duro para ellos. Acuerdate que hace nada era todavia tu bebe :) Mucho animo y paciencia y ya veras como encontrareis el camino :)

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